viernes, 23 de septiembre de 2011



TELE: ACORRALADOS

El otoño me ha pillado viendo telecinco. Ana Rosa ha declarado el inicio de la estación y el plató se ha inundado de hojas secas. Màxim Huerta parecía un Prevert mirando de reojo. Ese tipo tiene un extraordinario talento para hablar con la mirada, como Jorgeja. Los gays la primera libertad que ganan es la de la mirada. Los gays siempre miran como si tuviesen abanico. Máxim es como Jorgeja, con un punto menos de maldad. Aparentemente es cursi, pero tiene su malicia. Un Jorgeja sentado, de tertulia, más tranquilo. Tienen la ciencia del comentario ácido y en su compañía, hasta el anodino Prats Jr. ha ganado mordacidad. Frente a los programas de sofá, Jorgeja tiene la ventaja de su enorme libertad de alcance, con esos pasitos que pega, casi juguetones y esos rodeos por el plató. Me ha impresionado gratamente el corro mariquita de Ana Rosa, comentando Acorralados con enorme tino. El jueves Jorgeja consiguió otro acierto con sus conexiones. Son un prodigio de intercambio, de mutuo beneficio. Los condenados en el reality consiguen alivio, los familiares dan su apoyo, Jorgeja satisface su sádico sentido del espectáculo y todos nos divertimos. Nagore reconoció su amor por Sofia mientras Barbra, siempre Barbra ya, lloraba a moco tendido. Vaticino un don Leandro reconciliándose con su estupenda hija –no recuerdo ahora su nombre-. Ella le hablaba el jueves al hijo de las estrellas y la luna, convirtiendo al Duo Dinámico en texto de nana, y el niño, con toda la gracia, respondía que sí, que vería la tele todas las noches. Ese niño, Pablo, demostró mucho talento. Sería un moderno Marcelino, hoy, que llevan a Joselito a la tele. Don Leandro no será menos cruel que Ostos, ni menos duro que lo era la Pantoja, y todos cayeron en las redes televisivas de Jorgeja, ese gran conseguidor de momentos. Boris decía ‘¡momentazo!’, Jorgeja los propicia.
Inciso personalísimo -más personalísimo aún-: no veré sálvame, hurgar psicológicamente en Joselito no lo soportaré. Odio el rollo del juguete roto. El juguete roto es una cosa maravillosa de bebés -los niños psicópatas matan animales, como Dexter-. ROmper un juguete es aprendizaje, no sé por qué se usa esa expresión para los decaimientos estelares. En las pelis de gangsters y boxeo, donde siempre hay una decandencia, apenas puedo terminarlas. Vivir es Broadway para mí, así que buscaré otra cosa o pondré una tertulia.
¡Que lo sepan los estudiantes de políticas! Democracia es cuando hay tertulias. Democracia es la existencia de tertulias políticas. Democracia es ver a Amando de Miguel en la tele hablando de cosas.

Barbara Rey es suega y capataza. Será un milagro si gana el concurso, aunque mi madre dice que está amañado para que así sea. Una estrella no se somete a esas condiciones de constante fealdad y degradación –un programa donde siempre es Antena3- si no hay algo a cambio ¿Le he llamado concurso? Un Reality es un concurso emocional, pero nunca le llamamos concurso. Y creo que está imponiendo una forma de manejarse en la vida. En todo grupo humano, sobre todo si es nuevo, se observan tácticas muy gran-hermano. Sobre todo ahora, cuando nos sacan a la calle para fumar y todos parcemos concursantes repartiendo nominaciones en el jardín.

Es otoño y los sentimientos se matizan. Como mi admirado Alfonso Favela, al que el otoño le hace desear comprar pana, a mí el otoño me lo trae siempre la tele con sus campañas publicitarias. El otoño es el catálogo de cortefiel y los anuncios de El Corte Inglés. Me apetece comprarme trajes y sueters de cuello alto, por más que he de seguir llevando camiseta. Otoño despierta mi amor por la ropa porque ir a comprar para la temporada otoño-invierno es la última oportunidad de cambiarnos que nos ofrece el año. Luego ya serán los propósitos beodos de Nochevieja. De hecho, hoy he visto una comedia romántica flipando con la ropa de Ashton Kutcher. En el último fotograma él cojía la mano de ella y yo le decía a mi novia: qué pasada de reló…

He dicho antes ‘flipar’. Sofia Cristo, nuestra Sofi, con esos labios como una flor carnívora, es la persona que conozco que mejor utiliza ese verbo. Sus ‘lo flipas’ son estupendos, maravillosos, pertinentísimos y no suenan mal. Sus flipar son tan naturales como cualquier verbo: ‘lo flipas’, dice y verdaderamente flipar significa algo. Flipar tiene definición, aunque no sé si está en la RAE. Flipar es…algún tipo de exageración o trascendencia u onda indebidamente tomada o cogida. Camino de exceso, desproporción, groove a destiempo, subidón intempestivo. La tiene, la tiene, no puedo desarrollarlo ahora, pero la tiene y Sofia Cristo es la dueña exacta de su sentido. Flipar, ese verbo, es la manera postmoderna de denunciar un comportamiento equivocado, exagerado y denunciar algún tipo de exceso personal. Fliparlo es una incomprensión. Flipar ya no es drogarse, fliparse es andar como drogado cuando no toca. Fliparlo es la superación postmoderna de flipar.

Además de en la ropa, me fijaba en que las comedias románticas lo que tienen de comedia es la huida del cliché, del tópico amoroso, y lo que tienen de románticas es la caida en él, en la pareja inevitable, único destino posible del ser humano. Al final, todo el mundo cae, y el círculo se cierra. Y el malo se queda solo o se hace gay. Las comedias románticas tienen siempre esa pauta: una huida imposible del romance y de su infalible gravedad. Lo serio es cómico. Querer huir del amor lo es. Lo heterodoxo, lo grotesco, es cómico, lo ortodoxo es el romanticismo. Además, la manía de emparejar a todos los amigos y secundarios, en un apoteosis de finales felices que Love Actually exageró convirtiendo a todo el mundo en protagonista.

He disfrutado mucho de Kutcher como actor romántico. No tiene vis cómica, pero es encantador y creo que con la edad será un enorme actor para este tipo de filmes. Su personaje era un detallista frenético. Ella no, ella en absoluto. El detallismo es el fetichismo de ellas, su forma de embeleso sexual y la comedia satisfacía a un público femenino. La rara era ella, la desviada era ella; él era encantador y conservador. A los hombres nos han convertido definitivamente en mecanismos simples y se vuelve a llevar el hombre clásico.

Me ha impresionado la paisajística y la fotografía. Norteamérica era la chica más guapa de la peli. Ahora que su influencia se empieza a matizar, Hollywood saca unos Estados Unidos a los que no apetece cuestionar. Han sido el Imperio desde que nací y no admito un mundo multilateral: Nueva York será, hasta que me muera, la capital de mi mundo.
Mientras acabo estas líneas sale Mou en la tele, vestido de negro. ¡Está como un tren! declara mi novia. Aspiro al estilo de Sean Connery, sentencia él. Todos los niños quieren ser futbolistas, dice. No, Mou, no, algunos siempre hemos querido ser James Bond.
Por twitter me he enterado de que caerá un asteroide o algo así. Yo he visto bing bang y me he acordado de Mari Trini, y su particular por qué.

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