jueves, 15 de septiembre de 2011


PERITO EN NUBES


El hombre es un ser de lejanías. Esa es una cosa que dijo otro pero que en España ya es de Umbral. Es, digamos, una sentencia-franquicia, como esas cervecerías alemanas idénticas que se abren en cada barrio universitario, y me imagino que en cada país debe de haber un hombre de letras que lo haya dicho con idéntica apropiación. Yo a veces siento la necesidad de achinar los ojos y hacer como que miro a lo lejos, aunque esté en el salón de mi casa. Achino los ojos, los hago dos ranuras negras, y me invento un horizonte brumoso. Por eso en todos los salones burgueses había horizontes marinos o cinegéticos con ocasos tremebundos. Era la necesaria lejanía en el hogar cabizbajo antes de la televisión, la gran acercadora. Esa es la lejanía horizontal, redonda, la otra es la lejanía vertical, la que ganamos en la playa –qué tontas las mujeres cuando van a la playa y no miran el cielo, sino que cierran los ojos apretadamente, ciegas pertinaces al empíreo-, la contemplación del cielo y el avizoramiento de sus trascendencias, que nos exigen estar tumbados. En eso está el presidente Zapatero, que ha dicho lo de la supervisión de nubes como quien nos cuenta su próximo viaje a Benidorm. Esa expresión, según por quién sea dicha, carga el sentido en el supervisor o lo carga en las nubes. Con Zapatero todo es nube, porque habría algo humorístico pero muy concienzudo en lo otro, en la supervisión. Podría ser hasta fordiano y por fordiano capitalista e impoético el ver pasar nubes haciéndoles el control de calidad. No, esa frase dicha por Zapatero gana entera nubosidad, vapor, blandura y nos trae su filiación estética con los Aranoa y las Coixet, los grandes reblandecedores de la neurona estética española. Los críticos de la derecha implacable ya dicen que Zapatero es vago, pero no me lo parece, Zapatero quiere el olvido dulce que depara el cielo, con su curso de Leteo, la lejanía eternal ahora que la Historia, la lejanía preferida del gobernante, tras un tiempo midiéndole las hombreras para el retrato, parece haberle lanzado el asustante fogonazo del fotomatón.

1 comentario:

  1. El experto en Borges quiere olvidar y ser olvidado; pues demasiado tarde. No lo olvidaremos a él ni a sus pelotilleros.

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