viernes, 18 de noviembre de 2011

FERCHU


Llego al sofá, donde se olvida la semana y pongo el estudio sentimental de MYHYV. Está ferchu, chuleta de Rivas, el tipo de tío al que en el insti las chavalas pedían rollo y nosotros pedíamos amistad. Al que imitábamos los andares y el mirar. Mirada entornada y drogadicta, ojos verdes de rara tranquilidad vacuna, tatús, flema (las dos mejores flemas del mundo son laa británica y la madrileña); las vuelve locas ferchu y a nosotros mal no nos cae, aunque se haya dejado flequillo de marica de rimini. Tiene calle, más que discoteca.

Tronista memorable, muere donde pisan las morenas treintañeras, pero no es insensible a la ternura de los veinte años. Las caderas de Mamen, esa Sofia Loren de barrio, fueron su debilidad primera. La dulzura le tienta, la reconoce, pero le pierde la mirada graduada de la morena. A Ferchu le han partido el corazón, pero quiere más.


Lleva meses ya, está pasando la crisis en telecinco, y por su trono siguen procesionando chavalas que le ven el buen fondo. Entran cayéndose de unos tacones de beyoncé, complementadas como árboles de navidad, y acaban todas con la biografía abierta, como dando microdeluxes: exnovios cabronazos, puterío inmigrante, porno, torbe turbio, maternidades adolescentes, papás con tumor, mamás bingueras… El drama oculto de las camareras, the dark side of the moon.


Pasan las titis por docenas y ferchu las besa. Las besa solamente. Y ellas se enfadan tras haberle besado: “No nos tiene respeto ferchu”, pero es que Ferchu se aproxima a la realidad con el beso, ¡cómo si no! 'Las tengo que besar', se defiende, y luego dice: 'que luchen por mí', porque el tronismo es una carta blanca y descompone el amor en seductor y seducido. El seductor tiene unas prerrogativas y sentirse tronista es eso: tener la legitimidad del beso e ir por la vida subido en ese escaloncito que es suficiente para mirarla como un Santoni.


El beso como modalidad aproximativa, como conocimiento del otro. ¡Si es que habría que darse el filete como norma! 'Yo conozco besando', dice.

El beso nos hace adolescentes, ¡y qué somos sin esa enredadera del beso! Hay tres tipos de adulto: el que eterniza al niño, el que eterniza al adolescente y los pobres a los que no les ha sobrevivido ni el uno ni el otro, dignos de lástima. No se puede erradicar de la vida la primera aproximación del morreo. Esa dubitación cabeceante de empezar es el movimiento más instintivo que tenemos. Ferchu lo sabe y se deja llevar y se irá solo del trono, pero habrá besado a todas, sin la necesidad grosera de llevarlas a la cama. Basta con el beso, con el abandono muscular que en la mujer provoca. Besada, con su cintura en nuestras manos, ya lo sabemos todo. El resto es vicio.


Yo te conozco, Ferchu, burlador del beso. Desflorador de ósculos,  adicto a la sustancia que liberan las mujeres en la primera saliva, esa acidez que nos corroe. Lo que mata todos las bacterias. Eternizador con los ojos cerrados del segundo crucial de la apertura hembra, ¡que no es genital, que es labial! Saboreador, catador de las infinitas maderas, de los miles de taninos femeninos.

Ferchu besa, inmune ya a las mononucleosis, y cuando le piden palabras o explicaciones mira desafiante y pícaro y dice 'yo hablaré en las citas'. Y claro, habla su lenguaje mudo. Hay individuos que han nacido para besar, que besan desesperadamente, como ciegos que no tienen otro braille que los labios, que buscan en ellos el texto y la luz.


En MYHYV se debaten los besos y sus matizaciones: el beso del guarreo, el beso afectivo, el beso sensitivo; o la cobra, que es el beso negado en escorzo melenudo, alto erotismo de la resistencia. ¿Dónde encuentro yo un programa donde adultos debatan el beso? ¡qué coño me importara a mí el caso urdangarín!


Ferchu lo tiene claro: 'Quiero a una mujer con la que mi madre pueda hablar'. Al final, una gran formulación de la pareja: alguien que acepte los modismos familiares, el dialecto doméstico. Y acabará con una morena española de doble filo, sencilla pero peligrosa, ambigua y fatal, la Talía morena de nuestras perdiciones, que le buscará la ruina con su consentimiento.







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