domingo, 22 de julio de 2012



SEISCIENTOS


En las últimas horas, la prima de riesgo, como si fuese una Isinbayeva indesmayable, ha superado la barrera del seiscientos, determinada como psicológica por los medios, que hacen cabalismo con la prima como con los ciento siete goles de Toshack. Rubalcaba, instado por las manis, reclama más keynesianismo, que se tendría que hacer con dinero prestado, porque el keynesianismo español es siempre de ida y quiere que la prima baje “por su ser”, como dijo el banderillero de la regla de la frutera de Ortega Cano.

A estas horas, se desconoce la resolución que el lunes adoptará el BCE, tachado por un ministro español de banco clandestino. ¿Saldrá el BCE de su clandestinidad para enfriar el incandescente mercado de la deuda? Desde hace años, se escucha la palabra gobernanza, y cuando apareció la Merkel quien más quien menos pensó que la gobernanza era ella, por su aire mandón y matronal. O entre mandón y patronil: matronil. Pero la Merkel, a estas horas, está ejerciendo de gobernante alemana, no europea.

Alemania es quien más ha tentado la definición de Europa, su razón y sus límites en el último siglo y sigue haciéndolo y a ella le tocará determinar qué será del continente y alguien dijo que el pathos germanoliberal, que ahora invocamos, es una mezcla de investigación sin fundamento y cuerpo de bomberos voluntarios.

Sin germanofobias, desde luego, no hay que obviar que la situación actual le beneficia y que, en términos generales, la deuda global del continente permitiría un esfuerzo por corregir los desequilibrios de financiación de paises como España, clientes del mercader alemán de Holbein que sigue mirando. A cambio, claro, de lo que se llama condicionalidad, el inevitable ajuste fiscal. 

Estamos ante los asuntos cruciales: Europa y el crédito. Es decir, la historia y el futuro.
Más Europa, nos dicen, pero Europa se ha venido haciendo en silencio por los Monnet y los tecnócratas, desbordados, claman ahora por el político, sin encontrarlo, porque hay concejales, pero no políticos, que la tecnocracia y la primera oleada de la crisis derribaron a los grandes capitanes democráticos.

Sarkozy, dijo su padre en Madrid que estudia para Presidente de Europa y sería necesaria una ambición personal al nivel de la deuda pública, grandiosa, colosal; un Bonapartismo chic, la rijosa ambición del genio. Alguien que quisiera gobernar una cosa llamada Europa.
Los estados extienden cheques sin fondos, dijo un poeta, pero ahora sí, los estados pueden merecer la cárcel. Europa es el perfil naciente de un mármol bruto, o una Antígona punk y riot, como las chicas rusas, contra el texto estatutario del BCE.

Nuestros abuelos fueron los hombres de la guerra y necesitamos alguien que nos diga (y nos convenza) de que seremos la generación perdida y mártir de una guerra incruenta para fertilizar otra soberanía. Un edificio fiscal sobre las ruinas de nuestras haciendas. Para esas cosas estaban los políticos y los generales, y los modernos generales, que pueden ser los economistas.

                                           
                                                                                         (LAGACETA, 22-VII-2012)

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