miércoles, 1 de agosto de 2012





MISSY FRANKLIN


No entendía uno la manía que le había entrado a Occidente por quitarle el velo a la judoka saudita, tan distinta de las nadadoras de pasos plantígrados, como la genial Missy Franklin, que con sus gorros tienen al sonreir algo de chicas Años Veinte sacadas de algún relato de Scott Fitzgerald. El español está viendo la natación en la tele con nuevo subdesarrollo, comentando el otoño de Phelps y el despertar de Agnel, ese Casiraghi anfibio. El éxito de la natación es estructural y bifásico: hay que medir dos metros primero y luego meterse en una piscina en lugar de dedicarse a la cosa ochentera y passé del baloncesto, que es un deporte Sísifo (¿Se admite sisifítico para lo repetido e inútil?) Tampoco pitamos en gimnasia, aunque abunden los gimnasios en nuestras calles. Hay deportes en que el cuerpo adopta una forma, la gimnasia, y otros en que es forma misma, como con los traseros de las del voley playa. Sufrimos y aún nos queda el atletismo, donde nuestras grandes estrellas han sido mediofondistas como Cacho o Antón, que parecían hombres amedrentados huyendo de la suegra. Ante esta sinrazón, el sr. Gómez Marín ha pedido el “atleta razonable”, un atleta triste que desoyera, como hacemos todos, la plusmarca legendaria que nos late dentro.




                                                 (LAGACETA, 1-VIII-2012)

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