jueves, 29 de noviembre de 2012



LAS PALABRAS QUEDAN


Modificando la vieja definición de González Ruano podría decirse que es la cordialidad al servicio de la necesidad. Hablo de la entrevista en el mediodía de Intereconomía, hermana mayor de estas páginas que se conoce mucho por su noche y su trasnoche de debates, pero poco por su tarde, cuando deben de ser muy pocas las cadenas que a la hora incierta del café, en esa hora de cielo alto Y sol iniciando el tramo de los rendimientos decrecientes –marginal tristeza vespertina-, le abran el plató a la entrevista o emitan columnas habladas de catedráticos de economía (¡los viejos del Íbex!) o informen sobre logros ingenieriles españoles como el cubípodo, un cubo de cemento al que le salen espolones geométricos perfectos. Todo lo mejor que puede ser esa derecha pensada de Intereconomía está en su tarde de pro-vidas, ingenios, conversaciones, músicas, comedimiento, tranquilidad y silencio. Tras las noticias, Javier García Mateo rehabilita la entrevista en el programa De Buen Café. En un plató pequeño recibe a personas que presentan algo, un libro, un espectáculo, una película y conversa con ellas en tono menor y en un ambiente que al entrevistado le empuja a la confianza. Allí he visto últimamente a Sole de Presuntos, al flamenco Negri, a Chimo Bayo, a Sánchez Dragó, que confesó no beber café, sino masticarlo o a Pedro Ruiz hablando del amor como un filósofo. Si las cadenas grandes van alterando formatos, Intereconomía recurre al clasicismo de las entrevistas y luego al magazine, zepelín que atraviesa la tarde con estilo hermidiano. La telebasura es metatelevisión, profundiza el género y violenta la relación con el espectador; esta televisión clásica de la derecha parece revolucionaria al restablecer la importancia del individuo y su obra (protagonistas). Una tele sin zoom, de plano sostenido, con voluntad de contenido: televisión acorde, modesta y elegante. Este fenomenal programa de García Mateo se pasa por el arco del triunfo el twitter, la crisis y lo rabioso urgente y le deja a uno, quieto en el sofá, serenidad y palabras.


(LAGACETA, 29-XI-12)

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